La Leyenda del Círculo de Fuego

     Leyenda adaptada pero no ajena a la realidad.

Cuenta la leyenda que una antigua tribu no contactada que sobrevive hasta la actualidad, utiliza una peculiar forma de castigo. Cuando algún miembro de la tribu comete una infracción es juzgado por un tribunal popular. Al caer la noche el infractor es llevado al bosque y todos se ubican alrededor de él. El jefe de la tribu que hace las veces de “guía espiritual y juez”, traza un círculo en la tierra alrededor del infractor y le dice que no podrá salir de allí hasta que su Dios lo haya perdonado a través del jefe de la tribu. Si desobedece y sale antes que se lo indiquen, será abrasado por el fuego y se quemará.

¿Qué creen que hace el infractor? ¿Sale del círculo? ¿No sale?

Pues en realidad, no sale. Está convencido que, si desobedece y abandona el círculo, las llamas lo quemarán. Podía permanecer allí días, semanas o meses.

Las preguntas que debemos hacernos son las siguientes:

  • ¿Cuántas veces nos atrapamos por nuestro “circulo de fuego imaginario”?
  • ¿Cuántas veces sentimos que si salimos nuestro mundo se romperá en pedazos?
  • ¿Por qué es tan difícil salir de nuestro “circulo de fuego imaginario”?

Por una sencilla razón, y es que nos sentimos cómodos dentro de nuestra “zona de confort”. Nuestra “zona de confort”, no es más que el conjunto de costumbres, rutinas, situaciones y personas a las que estamos acostumbrados y que configuran nuestro día a día.

A veces estas situaciones nos son gratas y nos acomodamos como si de un sofá mullido se tratara; en otros casos son condiciones que nos resultan incómodas y dolorosas, pero aun así permanecemos dentro de ellas. Resulta irónico si uno lo analiza de manera práctica, pero es más común de lo que uno cree.

Nos levantamos para ir a trabajar y quisiéramos que haya un maremoto con tal de no ir. Nos molesta en sobremanera nuestro jefe o el ambiente, pero somos incapaces de buscar nuevos horizontes. Nos ponemos mil excusas: la hipoteca, lo duro que está el mercado laboral, etc. Mantenemos relaciones de pareja o de amistad que sentimos que murieron hace tiempo y que no nos aportan nada, pero permanecemos dentro de ellas. Tenemos hábitos pocos saludables y sabemos que deberíamos cambiarlos pero lo posponemos para cuando haga calor, cuando haga frío, cuando haya dinero o tiempo. Somos muy hábiles e inteligentes para inventarnos excusas que llegamos a creer de una manera firme y absoluta, y seguimos mientras tanto encerrados en nuestro “circulo de fuego imaginario”.

Tenemos tanto terror al cambio que sentimos que nuestra vida se vendrá a pique, que nos quedaremos solos, que nadie volverá a querernos o que no volveremos a conseguir un mejor empleo del que tenemos.

Salir de nuestra zona de confort, muchas veces no es fácil, hay mucha tensión emocional que no es más que el miedo a perder lo que ya se tiene y lo que es conocido. La incertidumbre de lo nuevo y del “¿cómo me irá?”.

Sin embargo, salir de nuestra zona de estancamiento, significa cambio, evolución, fijarse nuevos retos, aprender, avanzar, reinventarse. ¿Se pierde?. La respuesta es: No, porque no perderás nada de lo ya aprendido o acumulado a lo largo del tiempo. Al contrario, ganas y sumas a lo que ya tienes.

Es normal y humano tener miedo al cambio pero no hagamos que ese miedo, nos mantenga atrapados en ese “circulo de fuego imaginario” que solo nosotros hemos creado y mantenido en el tiempo.

 

Puedes también leer: Los Mitos del Cambio, Cambiar … ¿Por qué?


Me encantaría contar con tus comentarios y saber tu opinión.
Espero que este artículo haya sido de tu interés y utilidad. Si te gustó compártelo con tus amigos o colegas dando click al botón de Twitter, Facebook, LinkedIn, Pinterest o Google+.
Si deseas contactarme, estaré gustoso de interactuar contigo. Gracias.

 


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja un comentario